lunes, 24 de marzo de 2008

Escuchando por la mañana el zumbido de algún aparato eléctrico

Cada vez que la escucho, me gusta más la voz de Leonor Watling. De conocerla casi inerte, retratada por la cámara de Pedro Almodóvar en Hable con ella, he aprendido a disfrutar ese coctel musical compuesto de pop pegajoso, jazz dolido y música para cabaret que es su grupo Marlango. Un amigo dice que la voz de Leonor es la versión femenina de Tom Waits. Creo que tiene y no tiene razón. Es una voz suave, pero no tersa; es una voz de terciopelo, pero no acaricia; es una voz con la textura del papel de estrasa arrugado, pero que ha envuelto un tesoro invaluable que se le va a regalar al objeto del propio afecto. El segundo disco de Marlango, The Electrical Morning, es familiar como el zumbido que haría un aparato eléctrico desconocido que alguien puso a funcionar en la habitación de junto, cuando uno todavía está dormitando un sábado por la mañana. Pero, a la vez, The Electrical Morning, es una obra extraña, que provoca la misma sensación de extrañeza cuando escuchamos que la mañana eléctrica para la polilla fue esa en la que se encontró de frente con la muerte, quemada con la luz y el calor de la bombilla eléctrica que tan afanosamente perseguía. Bien dicen que es mejor nunca obtener lo que se quiere, que los sonidos eléctricos de la mañana son un recordatorio de que el viaje aún no ha concluido y todavía queda mucho por hacer...

No hay comentarios: